¿Pondrías en tu boca un pesticida disruptor endocrino? ¿Usas la pasta de dientes Colgate total? Si la respuesta a la primera pregunta es NO y a la segunda es , entonces tienes un problema a solventar y te lo vamos explicar a continuación.

El triclosán ((5-cloro-2-(2,4-diclorofenoxi)fenol es un biocida ampliamente utilizado desde hace más de 40 años. Es un potente agente antibacteriano y fungicida. La Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos lo clasifica como pesticida. Como resultado de su actividad bacteriostática contra un amplio rango de bacterias gram-positivas y gram-negativas, se usa en múltiples productos de cuidado personal, cosméticos, plásticos, polímeros, textiles, dispositivos médicos, utensilios de cocina, juguetes, ropa de cama, calcetines y bolsas de basura, otorgándole a estos productos “propiedades antibacteriales”.

Disruptor endocrino y otros efectos chungos

La estructura química del triclosán es similar a las hormonas tiroideas y los bifenilos policlorados (PCB), lo que le permite adherirse a los receptores de la hormona tiroidea. Diversos estudios en animales han hallado evidencia de la actividad como disruptor endocrino del triclosán. Puedes leer más detalles (en inglés) en la página web de la Breast Cancer Fund.

Según un amplio estudio de la Universidad de California en Davis y la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, el triclosán dificulta las contracciones musculares a nivel celular, retarda la natación en los peces y reduce la fuerza muscular en ratones. Según Nipavan Chiamvimonvat, profesor de Medicina Cardiovascular de la Universidad de California en Davis, y coautor del estudio, “Los efectos del triclosán en la función cardíaca son realmente dramáticos”. El experto añade que, “a pesar de que el triclosán no está regulado como medicamento, este compuesto actúa como un potente depresor cardíaco en nuestros modelos”.

Nuestra boca es un ecosistema en el que conviven más de 700 bacterias “buenas” y “malas” en un delicado equilibrio. El problema con antibacterianos potentes como el triclosán es que arrasan con ese equilibrio, matando indiscriminadamente tanto las buenas como las malas bacterias. Este desequilibrio de la flora de nuestra boca puede provocar mal aliento, sequedad bucal y un impacto en la capacidad natural de nuestro cuerpo de generar defensas y resistencia a determinadas enfermedades e infecciones.

Uno de los estudios más recientes (finales de 2016), concluyó que el triclosán causa un incremento en la capacidad migratoria e invasiva de las células de carcinoma de mama, pudiendo inducir comportamientos metastásicos en tumores que responden a estrógenos.

Dos estudios concluyeron que existe una relación entre la exposición al triclosán y la aparición de sensibilizaciones alérgicas en niños. Son los siguientes:

Orina, agua, ríos y polvo

En 1998, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, estimó que, anualmente, se producen más de 454.000 kilos de triclosán en los Estados Unidos, y que el producto químico es detectable en las vías fluviales, y en organismos acuáticos –desde las algas a los delfines– así como en la orina humana, la sangre, y la leche materna.

‎En un estudio de muestras de orina de adultos de Estados Unidos, como parte de una investigación del ‎‎Center for Disease Control and Prevention’s NHANES, se hallaron niveles significativos de triclosán y sus metabolitos en el 75 por ciento de las muestras. Un estudio en paralelo del NHANES, examinando los niveles de químicos en las mujeres embarazadas, encontró ‎‎niveles mensurables‎‎ de triclosán en el 87% de las muestras de orina examinadas (Woodruff, 2011). Análisis de autopsias humanas revelaron que el triclosán se bioacumula en el hígado y en los tejidos adiposos (Geens, 2012).

Los niveles de triclosán en la población de Estados Unidos han aumentado un 50% desde 2004. Esto se debe en parte a la entrada del triclosán en la cadena alimentaria, a través del uso agua contaminada en los cultivos agrarios.

En diciembre de 2010, El Periódico de Cataluña publicó una información que, bajo el titular ‘Un bactericida de las pastas de dientes daña el agua del Ebro y el Llobregat’, decía lo siguiente:

“(…) Damià Barceló, director del ICRA y coautor del trabajo, explicó ayer que el triclosán es un bactericida que está presente en la mayoría de pastas dentífricas, colutorios y desodorantes del mercado. «Es un producto muy común, que las plantas de tratamiento no consiguen eliminar porque sobrevive a la depuración. Por eso es posible encontrarlo en gran parte de nuestros ríos y muy especialmente en el Ebro y el Llobregat», afirmó.

Barceló destacó que la concentración de este producto inhibe la fotosíntesis de las algas de los ríos y con el tiempo los ecosistemas fluviales afectados pueden acabar muriéndose. Por ello considera que sería recomendable que se obligara a la industria a sustituir este producto por otro que no cause esos efectos. En el 2008 ya se publicó un estudio en el que el triclosán aparecía en el 50% de las muestras del Ebro y del Llobregat, pero ahora se ha encontrado mezclado con otros productos que pueden aumentar su toxicidad. Barceló destacó que por este motivo algunos países como Suecia ya han decidido prohibirlo. (…)”

Investigadores de varias universidades de Estados Unidos concluyeron en 2013 que el triclosán estaba provocando problemas de resistencias bacterianas en arroyos y ríos, alterando el equilibrio entre las comunidades bacterianas nativas del medio acuático. La consecuencia final era un incremento de cianobacterias y una dramática muerte y desaparición de las algas. Esto tiene un impacto importante en el equilibrio ecológico y determinadas comunidades de animales, ya que las cianobacterias son menos nutritivas que las algas y pueden producir toxinas.

El triclosán se hallado en casi cada muestra de polvo analizada en todo el mundo. Investigadores de la Universidad de Michigan encontraron que las personas con ‎‎antimicrobianos químicos,‎‎ como el triclosán, en sus cuerpos eran más propensas a albergar gérmenes estafilococos peligrosos en sus conductos nasales.

En 2012 el Gobierno de Canadá declaró al triclosán como tóxico para el medioambiente. Más recientemente, en enero de este 2017, el Estado de Minnesota fue el primero en Estados Unidos en prohibir totalmente y para cualquier uso el triclosán.

Colgate y las regulaciones legales

GlaxoSmithKline eliminó en 2009 el triclosán de sus pastas de dientes (incluyendo Aquafresh y Sensodyne), Proctor & Gamble lo eliminó de sus productos en 2014 y Johnson & Johnson se comprometió a eliminar el triclosán de todos sus productos para el año 2015. Pero Colgate/Palmolive , que en el 2011 eliminó el triclosán de sus jabones antibacterianos (sustituyéndolo por ácido láctico), todavía lo mantiene en su pasta de dientes Colgate Total.

El pasado mes de septiembre, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos prohibió el triclosán como ingrediente en jabones de mano antibacterianos, pero mantuvo el permiso para otro tipos de cosméticos (además de dar un margen hasta septiembre de 2017 a la industria para agotar sus existencias).

La legislación europea no se libra tampoco de una incomprensible contradicción. En 2014 la Comisión Europea redactó nuevas reglas para el uso de triclosán en los cosméticos. El nuevo reglamento consideró que el uso continuado de triclosán como conservante en la vigente concentración máxima del 0,3 % en todos los productos cosméticos no era seguro para los consumidores, debido a la magnitud de la exposición acumulada, (por usar diferentes productos con triclosán al mismo tiempo), y por ello debía ser restringido. De esta manera, el uso de triclosán se limitó a algunas categorías de cosméticos, y se prohibió en el resto.

Su uso es legal a la concentración máxima del 0,3% (la misma que lleva Colgate Total) en los siguientes productos:

  • Pastas de dientes.
  • Jabones de manos.
  • Jabones corporales y geles de ducha.
  • Desodorantes (no en aerosol).
  • Polvos compactos.
  • Maquillajes.
  • Productos para la higiene de las uñas previos a la aplicación de uñas artificiales.

También está autorizado para colutorios o enjuagues bucales en una concentración máxima de un 0.2%. En el resto de los productos cosméticos el triclosán está prohibido.

Teniendo en cuenta la capacidad de absorción de algunas sustancias por la boca (como los medicamentos por vía sublingual) y la posibilidad de tragado accidental de dentífrico (especialmente los niños), resulta incomprensible el criterio por el que se prohíbe un ingrediente en un jabón, pero no en una pasta de dientes. En un estudio (Allymr, 2009), los voluntarios que se cepillaron los dientes usando un dentífrico con triclosán durante 14 días, experimentaron un dramático aumento del nivel en sangre de triclosán (450 veces el normal).

Además de la pasta de dientes de Colgate (una de las únicas en el mundo que incluye a día de hoy el triclosán en su fórmula), algunos de los productos donde más comúnmente se encuentra presente (habremos de estar atentos a las etiquetas) es en desodorantes, cremas antiacné, calcetines técnicos y plantillas antibacterianas.

Conclusiones

Recapitulando, mientras varios países y regiones han prohibido el triclosán total o parcialmente por sus efectos sobre la salud y el medioambiente, y mientras varias de las mayores multinacionales de la cosmética han renunciado hace ya varios años al uso del triclosán en sus productos, unos irreductibles “galos” no dan su brazo a torcer y continúan colocando triclosán cada día en la boca de millones de personas en todo el mundo. Esos millones de personas después lo escupen por el desagüe, liberan a través de fluidos las cantidades absorbidas por su organismo, las cantidades liberadas por un medio u otro terminan afectando al medio acuático y… vuelta a empezar. Si quieres romper el círculo vicioso lo tienes fácil: la aldea gala se llama Colgate Total.