El pasado 10 de febrero, la periodista francesa Stéphane Horel acudió a Barcelona a presentar su informe “Un asunto tóxico” en un acto organizado por Ecologistas en Acción en el Colegio de Periodistas de Cataluña (Barcelona). Este informe, de 24 páginas y lectura amena, se puede descargar traducido al castellano aquí. En él se relatan los tejemanejes de la industria química para torpedear una regulación más restrictiva de los disruptores endocrinos por parte de la Unión Europea. Sobre disruptores endocrinos ya escribimos recientemente en Plántate en la ducha. Y en este texto no vamos a contar en detalle el contenido de un informe que recomendamos leer íntegramente (es breve y muy instructivo). La conferencia de Stèphane fue un resumen del contenido del informe, de la situación en la que nos encontramos actualmente y las previsiones (no muy optimistas) de lo que sucederá finalmente con esta reglamentación postergada.

El asunto vendría a ser el siguiente: En el 2009 se aprobó un reglamento sobre pesticidas que incluía un “criterio de exclusión” que prohibía los plaguicidas disruptores endocrinos y obligaba a la Comisión a elaborar una definición y un criterio científico para identificarlos antes del 14 de diciembre de 2013. Así mismo, el reglamento de 2012 que regula los biocidas y el Reglamento de 2006 que regula las sustancias químicas (REACH), exigían a la Comisión decidir sobre los umbrales de exposición antes del 1 de junio de 2013. Estas tareas le fueron encomendadas a la Dirección General de Medio Ambiente, que rápidamente comenzó a recibir presiones no solo del lobby de la industria química (liderado por las empresas BASF y BAYER) sino también desde “dentro” de la Unión: la Dirección General de Salud y Consumidores, algunos Estados como Reino Unido y Alemania, y la mismísima Comisión Europea trataron de paralizar las propuestas y metodologías que trataba de sacar adelante la DG de Medio Ambiente, una vez iba quedando claro que estas podían resultar una amenaza para la industria. El lobby de la industria se valió para ello de recursos ya habituales en otros casos (Amianto, Tabaco, Pesticidas, Cambio climático…): la fabricación de dudas, sospechas, pseudo-controversias, etc. También mediante la publicación de “contra-informes” firmados por científicos que, en una mayoría de los casos, estaban afectados por conflictos de intereses debido a sus conexiones económicas con la industria.

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En un momento de la conferencia, Stèphane compara a la DG de Medio Ambiente con la aldea gala de Axtérix y Obélix, completamente rodeados y resistiendo a duras penas los embistes de una industria que destina millones a su labor de presión y genera y explota las divergencias internas en el seno de las instituciones europeas. El chantaje de EEUU en las negociaciones del TTIP y la llegada de Juncker a la presidencia de la Comisión Europea, entre otras cuestiones, terminaron haciendo descarrilar el proceso iniciado por la DG de Medio Ambiente. Después de las elecciones europeas de 2014, Juncker traspasa el liderazgo respecto a los criterios aplicables a los disruptores a la DG de Salud y Consumidores. Antes, la industria ya había conseguido una de sus demandas prioritarias: la realización de un estudio de impacto, que trata de obviar el coste sanitario de las enfermedades producidas por los disruptores y los criterios de salud para elaborar la normativa, para centrar el debate en el impacto económico que supuestamente puede producir para la industria la prohibición o regulación más restrictiva de algunas sustancias.

Sorprendentemente, en enero de 2015, el Parlamento Europeo y el Consejo deciden apoyar la denuncia de Suecia contra la Comisión ante el Tribunal de Justicia, por el retraso en la regulación de los disruptores. El 16 de diciembre pasado, el Tribunal General de la Unión Europea sentenció que “la Comisión Europea ha incumplido las obligaciones que le incumben en virtud del Reglamento nº 528/2012 al no adoptar actos delegados que precisen los criterios científicos aplicables para determinar la existencia de propiedades de alteración endocrina.” Pese a ello, la regulación continúa estancada, la evaluación de impacto tardará en completarse y, en el escenario más optimista, los criterios aplicables a los disruptores no estarán listos antes del segundo semestre de 2016.

Un día antes de su paso por Barcelona, Stéphane Horel estuvo dando otra conferencia en Madrid, que Ecologistas en Acción ha tenido a bien grabar, y puedes ver aquí. Aprovechamos para enlazar también una entrevista en uno de los pocos medios que se hizo eco de su visita, el Diario Público.

Por último, el trabajo de Stéphane Horel sobre los disruptores no termina ni comienza con este informe; ha realizado dos documentales (1 y 2) y publicado un libro. ¡Esperamos que pronto se puedan encontrar traducidos al castellano!

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