Nos ha salido un titular “amarillista” que muerde menos de lo que aparenta. Y es que este texto funciona a modo de Bonus track, de complemento, del anterior con recomendaciones sobre el champú. Y es en relación al champú, que le vamos a meter un poco de caña al jabón de pastilla.

Muchas personas asocian el jabón con unas características positivas en relación a la fabricación artesanal y a sus connotaciones ecológicas: reciclaje de aceites, menos envases, menos agua que un gel, etc., y le dan un (multi) uso como champú, jabón de baño y jabón de cara.

Vayamos directos al grano. No es ninguna buena idea usar jabones para lavarse el pelo. Y no lo es por dos problemas:

  1. Hidrolisis alcalina. Incluso un jabón perfectamente neutralizado (más abajo en el texto explicamos esto) al disolverse en agua, sufre una hidrólisis.  Dependiendo de las bases neutralizantes de sus componentes, puede llegar a un pH de alrededor de 10, valor excesivamente alcalino para un champú, cuya principal consecuencia es un efecto reblandecedor de la queratina.
  2. Precipitado de sales cálcicas insolubles. Conlleva una disminución del poder espumante y la formación, sobre el pelo, de un deposito pulverulento y difícil de eliminar, lo que dificulta el aclarado y peinado.

Estos dos problemas pueden paliarse, en parte, mediante el uso de trietanolamina (ingrediente no muy recomendable), para rebajar la hidrólisis alcalina, o el añadido de secuestrantes y dispersantes para evitar la formación de jabones insolubles.

El pH del cabello humano (y su grasa) está entre 4.5 y 5.5, por lo que el uso de un producto demasiado alcalino (entre 7.1 y 14) hará que la cutícula se abra (provocará una apertura de las células planas de la cutícula del cabello), además de reducir la función preventiva (gracias a la acidez natural del sebo capilar) de hongos y bacterias en el cabello y cuero cabelludo. A la larga, el cabello se volverá más frágil y quebradizo, además de que pueden aumentar los problemas de hongos y bacterias en cuero cabelludo. Debemos tener en cuenta que el agua de la ducha suele tener un valor de pH superior a 7, por lo que al entrar en contacto con la piel ya está variando el pH del manto ácido; con más motivo (si cabe) deberíamos usar un jabón de pH menor (de tipo ácido) para contrarrestar este efecto, en vez de un jabón de pastilla (más alcalino).

Para que el cabello este brillante y sano, su pH ha de ser el adecuado (ligeramente ácido), lo que hará que las cutículas externas se hallen fuertemente cerradas. En caso de usar productos alcalinos como jabones, tintes, decolorantes, etc., puede ser recomendable aplicar un chorro de limón o vinagre al aclarar el cabello, con lo que estaremos bajando el pH mediante un aclarado ácido y facilitando que las cutículas se cierren. No es, de todos modos, recomendable abusar de este método, ya que las sustancias acidas también pueden terminar resecando el cabello.

Como explican en ‘El blog de la piel sana’, “La fabricación de jabón, a diferencia de los otros cosméticos, que se fabrican mediante agitación de mezclas, se produce mediante una reacción química. La reacción de saponificación consiste en hacer reaccionar un ácido graso (aceite de coco, de oliva…) con un medio alcalino (sosa o potasa), lo que genera jabón y, como subproducto, glicerina.” En ‘Química orgánica’, podemos leer lo siguiente: “La hidrólisis alcalina de ésteres de ácidos grasos y glicerol (glicéridos) conduce a la formación de sales de los ácidos grasos correspondientes. Estas sales constituyen los conocidos jabones. El término saponificación, que originariamente designaba la preparación artesanal del jabón por tratamiento con sosa de una grasa animal o vegetal, se generalizó a la hidrólisis básica de un éster.” Simplificando, la fabricación de jabones se realiza mediante un proceso llamado saponificación o hidrolisis alcalina, en el que se usa sosa caustica (hidróxido de sodio), y han de respetarse escrupulosamente unas proporciones, tiempos y procesos para la conversión total de la sosa y la obtención de un producto final no corrosivo para la piel. La sosa cáustica es extremadamente peligrosa; de hecho, para la fabricación casera de jabón se han de tomar ciertas precauciones de seguridad. Para garantizar la seguridad y éxito de este proceso, se suele tender al sobrengrasado del jabón. Pero incluso un jabón impecablemente neutralizado en su formulación y fabricación presenta un carácter alcalino en medio acuoso. Respecto del pH, Maribel (autora del blog ‘Muchaespumita’, dice en los comentarios de uno de sus textos lo siguiente: “No sé dónde has leído que 7 no es un buen pH para un jabón. Creo que tu jabón está perfectamente y el pH es correcto. En realidad, el jabón natural normalmente tiene un pH entre 8 y 9. Puedes comprobarlo incluso con los jabones industriales. Hay marcas que se venden como «neutro para la piel» porque tienen un pH de 5.5, que es el normal de la piel, pero normalmente están realizados a base de detergentes o tensioactivos, ya que el jabón saponificado no da nunca un pH tan bajo.” Creo que no hace falta añadir más.

De los dos problemas que citábamos al principio, hemos desarrollado brevemente el de la hidrolisis alcalina y vamos a comentar el de las sales cálcicas insolubles con una cita de ‘El Rincón del Vago’ que, además, amplía la problemática al uso como detergente de ropa: “cuando se utilizan aguas duras, la cantidad de jabón que se necesita usar es mucho mayor, ya que gran cantidad de éste se gasta en la formación de sales insolubles. Como consecuencia de ello, el jabón no produce espuma hasta que todas las sales de calcio o magnesio se han gastado produciendo una sustancia insoluble, la cual, además de su mal aspecto, une su acción deteriorante de las telas, puesto que ese material duro queda depositado entre los intersticios de los tejidos.”

Para terminar el apartado cosmético, recordar de nuevo que el manto ácido de nuestra piel se encarga de lubricarla y protegerla de las bacterias e irritación. Al lavarnos, por ejemplo, la cara con jabón, cambiamos el pH de nuestra piel. El jabón reseca la piel, ésta segrega más grasa, lo cual, a su vez, lleva a la obstrucción de los poros y la acumulación de más suciedad. Todo ello puede derivar en la aparición de acné, especialmente si añadimos el hecho de que al desequilibrarse el pH (que mantiene a raya las bacterias) crecen bacterias relacionadas con el acné, como el Propioinbacterium, de mayor presencia cuando el pH se alcaliniza.

Concluyo este “repaso” a la pastilla de jabón con un aspecto a considerar respecto de la imagen ecológica asociada a la misma. ¿De dónde proviene la sosa caustica? Me parece una pregunta bastante pertinente y, por desgracia, la respuesta no es buena. La sosa caustica o hidróxido de sodio, se obtiene mediante un proceso de electrólisis. A partir de una sal usada como materia prima, se obtiene (principalmente) cloro y sosa. Tal como se comenta en una información de Ecologistas en acción, “Es conocida la grave toxicidad que provoca la liberación de mercurio al medio ambiente. Sin embargo, más del 90% del cloro-sosa que se produce en España se obtiene utilizando un proceso industrial, el de celdas de mercurio, que supone el vertido de grandes cantidades de este peligroso metal pesado. Y eso a pesar de que existen tecnologías más limpias y baratas.” El mercurio corroe las membranas del organismo y puede provocar daños irreversibles en el cerebro, hígado y riñón. Debido a vertidos incontrolados a las aguas, se ha detectado un aumento de la contaminación por mercurio de ciertas especies de peces. Los tres métodos de electrolisis disponibles para la obtención de cloro y sosa, comparten varias problemáticas tal y como describe la web Cloro.info:

  • Emisiones de cloro gaseoso a la atmósfera.
  • Vertido de oxidantes libres al agua.
  • Ácidos usados en los procesos.

“En la tecnología de celda de amalgama de mercurio el contaminante específico es el mercurio, que forma parte del cátodo de la celda electrolítica y que está en circuito cerrado y estanco; puede haber pérdidas de mercurio muy pequeñas a través de emisiones a la atmósfera, vertidos al agua, con los residuos (principalmente en los carbones activos utilizados en las diferentes secciones de desmercurización del proceso) y con los propios productos finales. (…) En la tecnología de celda de diafragma el contaminante específico es el amianto, material que se ha utilizado en la fabricación del diafragma de la celda.”

Y aquí lo dejo, no sin antes aclarar que, pese a lo anteriormente descrito, fabricarse uno su propio jabón es placentero y una buena herramienta de autosuficiencia. También, bien hecho, de salud frente a los productos químicos industriales. Pero quizás no sea tan fácil como tirar de recetas comunes de internet y haya que rebuscar otras posibilidades. Desde aquí, lo intentaremos…